Visión de futuro
 

Visión de futuro

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Mirada crítica: Philip Markschläger, coordinador del proyecto, ha desarrollado InnoDrive desde la idea hasta el producto listo para el mercado. Para ello ha recorrido miles de kilómetros alrededor de Weissach y por diversas rutas de todo el mundo.

Esencia inteligente. InnoDrive de Porsche no solo piensa, sino que además lo hace con kilómetros de antelación. ¿Qué se esconde detrás de este asistente de conducción? El ingeniero de desarrollo Philip Markschläger nos lo explica en un recorrido circular por Weissach con el nuevo Porsche Panamera 4S y nos hace una demostración de una nueva dimensión de la conducción asistida.

Pocos, muy pocos son los acompañantes que merecen ser llamados copilotos. Cuando se les necesita, están totalmente dispuestos. Son decididos, pero sin querer imponer su criterio. Conocen el terreno como la palma de su mano, anuncian a tiempo las curvas cerradas o indican que se puede conducir libremente cuando el tramo permite ganar velocidad. Ahora, en el nuevo Porsche Panamera 4S, el conductor puede, si lo desea, tener un copiloto así, una especie de acompañante virtual, por así decir. Con Porsche InnoDrive (PID), los ingenieros de Weissach han creado un sistema de asistencia cuyas capacidades superan con mucho las de otros ayudantes electrónicos. InnoDrive regula la velocidad y el ajuste de la transmisión y, además, planifica la marcha con hasta tres kilómetros de antelación.

Utilizando datos de navegación altamente precisos, este asistente de confort no solo está al tanto de la ruta y los límites de velocidad, sino que también conoce con exactitud la topografía, los perfiles de altitud, los radios de las curvas y los desniveles. Con esta información calcula continuamente el perfil de conducción ideal, selecciona la marcha adecuada en cada momento e inicia las operaciones de aceleración o frenado. En estos procesos integra la caja de cambios de doble embrague, controlándola de modo previsor. Gracias a él, la conducción no solo resulta considerablemente más fluida, sino también más eficiente y, a menudo, hasta más rápida que cuando el conductor maneja por sí solo el acelerador y el freno.

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Philip Markschläger conoce InnoDrive mejor que nadie. Como coordinador del proyecto, ha llevado la batuta en el desarrollo del sistema. «Primero hay que acostumbrarse a InnoDrive», dice antes de levantar ambos pies de los pedales y dejar que el Panamera azul oscuro planee ágilmente hacia una rotonda.«Pero los estudios experimentales que hemos realizado nos demuestran que eso se consigue rápidamente». El viaje de prueba ha empezado en Zuffenhausen. Nada más cruzar el portón de la factoría, el ingeniero ha dado un ligero toque a la pequeña palanca situada a la izquierda del volante y el símbolo «PID» del velocímetro digital ha pasado de blanco a rojo. La rotonda es el primer examen, pero el Panamera sabe lo que hay que hacer. Reduce ligeramente antes de entrar en ella, la cruza ágilmente hasta la mitad y acelera moderadamente al disponerse a abandonarla. La intervención de Markschläger: girar el volante, mirar si viene alguien en sentido contrario y poner el intermitente. Los pedales ni los toca. El indicador InnoDrive anuncia la siguiente rotonda. Pero el conductor pone el sistema a prueba y da una segunda vuelta. InnoDrive acepta en seguida el juego y continúa dando la vuelta a velocidad constante. Una vuelta, dos vueltas hasta que Markschläger pone el intermitente y toma la salida. El sistema responde reduciendo primero ligeramente la velocidad y acelerando luego con fuerza. La unidad de control sabe que tras la curva viene una buena cuesta, y la sube deportivamente. También sabe que al llegar arriba se encontrará una larga planicie. El Panamera entra en la recta sirviéndose de la velocidad acumulada y planea elegantemente hasta la siguiente localidad. A 50 km/h, pasa junto al letrero de entrada en población y rueda relajadamente, dejando atrás un control de radar que estaba al acecho.

La perfecta combinación de confort, eficiencia y velocidad

«¿Cuál es la aceleración óptima?», se preguntaron Markschläger y su equipo al comenzar su trabajo. ¿La que proporciona velocidades medias altas?, ¿la que minimiza el consumo?, ¿o la que hace que los ocupantes se sientan especialmente a gusto? En algún punto entre estos tres parámetros –velocidad, eficiencia y confort– está la solución para una aceleración óptima.Y es muy distinta a la que la intuición nos hace suponer.

Echemos la vista atrás: en mayo de 2011 se celebra el «Challenge Bibendum» al sur de Berlín. Esta competición pretende promover soluciones de movilidad sostenibles y Porsche participa en ella con un 911 Carrera que queda en segundo puesto. El 911 convence no solo gracias a sus tiempos por vuelta, sino también a sus valores de consumo: su motor de serie, un bóxer de seis cilindros, logra consumir menos de seis litros por cada 100 kilómetros. Una radical estrategia de conducción ideada en Weissach lo hace posible: el piloto pisa siempre con fuerza el acelerador para luego desembragar y planear el tramo más largo posible con el motor desacoplado. «Aunque sea difícil de creer, en realidad se ahorra más combustible acelerando enérgicamente y aprovechando la energía de manera previsora», explica Markschläger. Solo que conducir así no resulta agradable. Sin embargo, los conocimientos acumulados en la «Challenge Bibendum» se reflejan en el algoritmo de InnoDrive. Para el Panamera, un sedán de carretera, el confort también está muy arriba en la lista de prioridades: en lugar de maniobras bruscas de aceleración y embrague, los ingenieros han enseñado al sistema a circular fluidamente y con la menor brusquedad posible. El tercer miembro de la ecuación es, fiel al lema de Porsche de «Intelligent Performance», la máxima velocidad posible.

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Entre millones de posibilidades, una es la óptima

Las demás variables vienen dadas por el recorrido: los desniveles y radios de curva, las rectas y las entradas a poblaciones se leen en los datos de navegación de alta definición y, además, una cámara registra las señales de límite de velocidad. En el cálculo se incluyen los valores actuales de resistencia del aire y rodaje y suministran continuamente información al sistema. Y no menos importante: InnoDrive reacciona a cada movimiento de volante del conductor y adapta a él su planificación, como en esa vuelta de honor espontánea que hemos dado a la rotonda.

Unas dos veces por segundo, la unidad de control proporciona una actualización: una versión del perfil de conducción totalmente recalculada y la trayectoria ideal para los siguientes tres kilómetros. InnoDrive puede elegir entre los numerosos estados posibles de la transmisión (ocho marchas más la navegación de planeo) y dispone de un sinfín de posibilidades de aceleración. «Gracias a ello, tenemos constantemente millones de posibilidades para fijar la estrategia de conducción», dice Markschläger. Sin embargo, el esfuerzo necesario para hacer esos cálculos es inmenso. Por eso adaptó junto con su equipo el método de cálculo desarrollado por el matemático Richard Bellman llamado «Dinamic Programming» hasta conseguir que operara en tiempo real. «Se trata, básicamente, de detectar tempranamente las opciones que no pueden conducir a la solución óptima». Y seguidamente descartarlas sin llegar a calcularlas en detalle.

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Una vuelta agradable: el Panamera planea fluidamente a través del paisaje.

Entre tanto, Markschläger ya está realizando el recorrido circular de Weissach, la cuna de InnoDrive, con el Panamera. Allí, los ingenieros han probado este sistema durante más de cinco años y a lo largo de miles de kilómetros, inicialmente con datos facilitados por la oficina topográfica de la región. «A cinco euros el kilómetro cuadrado», ríe Markschläger. Por aquel entonces, el mundo de InnoDrive se acababa poco más allá de los pueblos que rodean el Centro de Desarrollo de Porsche en Weissach. Ahora ya se puede usar en la mayoría de países de Europa Occidental, así como en Estados Unidos, y cada vez se añaden más países. Su punto fuerte es un mayor confort durante los viajes, tanto en carretera como en autopista. Por eso, un Gran Turismo como el Panamera está predestinado para InnoDrive, aunque en principio el sistema se puede agregar a cualquier modelo.

Normal o Sport

InnoDrive también puede hacer otras cosas. En carretera, Markschläger pone el botón del volante en «Sport» y el copiloto muestra su faceta más deportiva. El Panamera enfila con brío la cerrada curva que hay tras salir del lugar, ataca las cuestas con velocidad y recorre con ánimo una serie de curvas cerradas. Las revoluciones se oyen y se sienten. «En modo Sport, las prioridades son otras», explica el ingeniero. «Lo primero es la velocidad. El confort y la eficiencia deben pasar a un segundo plano». InnoDrive transmite ahora un 20% más de aceleración a la carretera y un 20% más de aceleración transversal en las curvas.

Markschläger pasa de nuevo al modo normal. Ahora el Panamera planea en una ligera bajada, cruza el bosque y rueda frente a un viejo molino bajo árboles cubiertos de escarcha. Los rayos del sol invernal bailan sobre el salpicadero. La conducción es tranquila y relajada, las suaves curvas apenas se notan. En el tráfico urbano, InnoDrive apenas ayuda: hay demasiadas señales de stop, cruces y semáforos, que de manera deliberada no se han integrado en el asistente. «El conductor debe conocer los límites del sistema», dice Markschläger pisando el freno antes de llegar a un cruce para dejar pasar a un camión. «Naturalmente, siempre se debe tener la vista puesta en el tráfico. InnoDrive es un asistente que mejora el confort, no conduce de forma autónoma». Cada maniobra manual de frenado desactiva el asistente de inmediato, y cada aceleración manual lo ignora momentáneamente. Y por supuesto, tocando un botón el copiloto pasa a un discreto segundo plano por si el conductor quiere estar a solas con su Porsche en la carretera.

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Dos almas: ante todo, InnoDrive es un asistente de confort. Pero en modo Sport, al sistema le gusta la aceleración: 20% más de aceleración y 20% más de aceleración transversal en curvas. Porsche sigue trabajando en InnoDrive. Continuará…

Texto Bernd Eberhart
Fotografía Christian Grund