El 718 Cayman deja que los hechos hablen por sí solos. Con deportividad, claro. Como Coupé devorador de curvas, defiende su punto de vista muy lejos de las tendencias de la moda y de las carreteras de cuatro carriles. Ya sea en ciudad. O sobre el circuito. Pero siempre por puro deporte.
No es ninguna sorpresa que el 718 Cayman no solo continúe ahí donde se detuvo el 718 GTR Coupé en 1963, sino que teja ahora su propia leyenda. Con cabeza. Con espíritu de lucha deportivo. Y con cada curva.