Porsche Recorrido a través de Alemania: 24 horas de tranquilidad

Recorrido a través de Alemania: 24 horas de tranquilidad

Estilo de vida
Tiempo de lectura: 6 min
7/6/2020

Una de las primeras cosas que nos vienen a la mente cuando pensamos en Alemania, son las autopistas de alta velocidad. Sin embargo, Alemania también cuenta con carreteras rurales, lagos y naturaleza. Un viaje con el Porsche Taycan a través de las tierras de Goethe, Fontane y Beethoven.

Conducimos por un país en el que destacan la tranquilidad y el silencio . Alejados de las autopistas. Nos tomamos tiempo y disfrutamos de las carreteras secundarias siguiendo las huellas de los poetas y pensadores alemanes. Nos deslizamos por la carretera como navegantes llevados por el viento en un silencio conmovedor hacia el hogar de los grandes de la historia. Nuestro punto de partida es el Castillo de Neuschwanstein en la meridional Baviera. El punto más septentrional de nuestro viaje será Neuruppin en Brandeburgo.

Castillo de cuento de hadas: Neuschwanstein es el legado más conocido del rey bávaro Luis II.

Taycan está hecho para que podamos escuchar nuestros pensamientos aun estando en movimiento. Vamos a visitar a Goethe y Schiller en Weimar, a Fontane en Brandeburgo, y celebraremos el 250 aniversario de Beethoven en Bonn, a orillas del Rin. Poesía y música en nuestros pensamientos.

Viajamos de sur a norte y de este a oeste, evitando la autopista. Descubriremos la diversidad que ofrece Alemania mientras nos dejamos llevar por nuestra berlina deportiva totalmente eléctrica. El barroco de opereta contrasta con el estilo de la Bauhaus. Visitamos el casco antiguo de ciudades medievales, catedrales góticas, clasicismo y naturaleza virgen.

Más allá de las fronteras vislumbramos a los vecinos de Austria, Polonia, República Checa y Francia. También nos habría gustado pasar a Dinamarca, pero debido a la pandemia, esta primavera no podemos visitar el bello paisaje marítimo del norte.

Visita a Goethe, Schiller y Gropius

Weimar está situada en el centro de Alemania, en Turingia. Llegamos al centro de la ciudad a través de una calle adoquinada.. Pasamos junto a la famosa Biblioteca Anna Amalia, la Plaza de la Democracia y el Palacio de la Ciudad.

Estacionamos el Taycan y seguimos a pie. Johann Wolfgang von Goethe dijo : «Solo has estado realmente en aquellos lugares por los que has caminado». Y llegamos a la casa de campo de Goethe. Este fue el primer hogar del famoso escritor en Weimar. Era el año 1776. En este pintoresco lugar del parque junto al río Ilm compuso la baladaEl rey de los Elfos, de lectura obligatoria en las escuelas alemanas. También podemos ver solo desde fuera la casa en la que vivió Goethe en la plaza Frauenplan. Aquí murió en 1832.

Enfrente, la fuente de Goethe está más solitaria que nunca. Al lado, en un puesto tradicional se asan las famosas salchichas de Turingia. A menos de 500 metros, en la Plaza del Teatro un monumento rememora a los grandes intelectuales de la ciudad: junto a Goethe se encuentra su coetáneo Friedrich von Schiller. “El aprendiz de brujo” se encuentra con “Los bandidos”. Ambos literatos de fama internacional caracterizaron la edad de oro de Weimar. Más adelante, hacia 1850, le seguiría la edad de plata con las composiciones de Franz Liszt y Richard Wagner. En el siglo XX Weimar volvió a marcar estilo con la apertura de la Escuela de la Bauhaus en 1919, basada en la idea del arquitecto Walter Gropius: su intención era separar el arte de la industrialización y recuperar el oficio artesano. La forma sigue a la función, esta fue la máxima de los pioneros de un pensamiento y una construcción modernos que revolucionó la arquitectura de todo el mundo. Al igual que el conjunto arquitectónico ligado al Clasicismo de Weimar, la Bauhaus y sus edificios en Weimar, Dessau y Bernau forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Suiza en Sajonia

Mientras se recarga el Taycan leemos algo sobre las montañas de arenisca del Elba y nuestro próximo destino: Dresde. Erich Kästner nació allí. En el siglo XX habría sido impensable una infancia alemana sin sus libros infantiles como Emilio y los detectives o Las dos Carlotas.

Pero volvamos de nuestros añorados días de infancia; las baterías están cargadas al cien por cien. Es momento de partir. A los pocos kilómetros el entorno toma un aspecto extraordinario; ante nosotros se presenta un escarpado paisaje de arenisca, moldeado durante millones de años por el agua y el viento. Recordamos nuestras clases de geografía, el movimiento de la tierra y las corrientes continentales. El Elba interrumpe nuestros pensamientos sobre la tectónica de placas. Atravesamos un delicado río que es hilo conector entre dos países: por una parte la localidad sajona de Bad Schandau y por otro lado, la checa Tetschen. Cerca de la frontera divisamos la meseta de Lilienstein, el símbolo del Parque Nacional de la denominada Suiza Sajona. Desde su cima podemos ver la Iglesia de Nuestra Señora de Dresde. Continuamos nuestro camino, pasamos por la bonita localidad de Pirna en dirección a Dresde. Leemos que el escritor Theodor Fontane trabajó aquí como ayudante de farmacia. En la capital de Sajonia, frente a la Ópera Semper, también están inmortalizados Goethe y Schiller, junto con las esculturas de otros literatos de todo el mundo. Esta edificación, que fue destruida en varias ocasiones, lleva el nombre de su arquitecto Gottfried Semper. En la solemne inauguración en 1878 fue representada la obra de Goethe Ifigenia en Táurides. En estos días la sala se encuentra solitaria.

Ópera Semper: ni un alma en la Plaza del Teatro. Solo el ruido de los neumáticos sobre el pavimento rompe el silencio en Dresde.

Con Fontane por Brandeburgo

Las copas de los árboles se rozan frágilmente y lanzan sus sombras sobre el asfalto. Romanticismo en Brandenburgo. Avenidas que son obras de arte. Mientras nos desplazamos eléctricamente en silencio, nos viene a la mente Fontane: «He recorrido Brandenburgo y me ha parecido mucho mejor de lo que me hubiera atrevido a imaginar», escribió en una ocasión. Theodor Fontane, uno de los representantes más conocidos del realismo poético, nació en 1819 y era hijo de un farmacéutico de Neuruppin, en Brandeburgo, al noroeste de Berlín.

Palacio de Gusow: lugar en el que se inspira el palacio de Guse en la novela de Fontane «Antes de la tormenta».

Le gustaba viajar y cuando se encontraba en países lejanos se acordaba siempre de su región natal, hablaba entusiasmado de sus ríos, sus lagos, sus presas y sus bosques. El literato y crítico teatral llamaba las numerosas avenidas de Brandeburgo y Pomerania Occidental las «verdes arboledas de los viajes». Le inspiraba su espesa capa de hojas en verano.

Fontane dedica uno de sus Paseos por la Marca de Brandeburgo al Oderbruch, la franja de casi 60 kilómetros junto al río Oder, que actualmente hace frontera con Polonia. Su obra más famosa, Effi Briest, fue publicada en 1896, dos años antes de su muerte. Rememoran a Fontane una pista para bicicletas, la Casa de Fontane en Bad Freienwalde y su busto de bronce frente a la farmacia que regentó su padre en Letschin. El primer nombre de Theodor Fontane era Heinrich. A diferencia de su obra, éste ha caído en el olvido.

Beethoven en la cultura del Rin

Bonn está de fiesta. 2020 está dedicado a Ludwig van Beethoven. Aquí, a orillas del Rin, hace 250 años nació el que probablemente sea el mayor compositor de todos los tiempos.

Un talento excepcional, uno de los pianistas con más talento del mundo. Su pieza más famosa es seguramente la Sinfonía Número 5. Las cuatro primeras notas, tres octavas y una media, son una melodía pegadiza de la música clásica. Antes de los 30 años Beethoven ya tenía problemas de audición; a finales de los 40 estaba prácticamente sordo. A pesar de ello siguió componiendo: oía las notas a través de la vista. Pasamos por su casa natal, con una fachada barroca de piedra, en la calle Bonngasse 20, que es hoy un museo. Los edificios contiguos albergan la sala de música de cámara y los archivos de Beethoven. Quién sabe si el compositor estaría sentado arriba, junto a su ventana, cuando inmortalizó la famosa Oda a la Alegría de Friedrich Schiller en su Novena Sinfonía, que Europa erigiría como su himno dos siglos más tarde, en 1972. Este genio, salía de excursión por las montañas vecinas de las Siebengebirge, sobre todo al Petersberg, en el borde occidental de la cadena montañosa. Allí, en el hotel del mismo nombre situado a 233 metros de altitud, han estado también los jefes de estado más importantes del mundo: el presidente de EE.UU., Eisenhower, o el último emperador de Abisinia, Haile Selassie. Leonid Brézhnev acudió como Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, como lo haría después su sucesor Mijaíl Gorbachov.

La Reina Isabel II o Bill Clinton, todos han contemplado desde aquí arriba el río que en 1844 Heinrich Heine bautizó como «padre Rin» en su obra satírica Alemania: un cuento de invierno. Este río europeo tiene una extensión de 1.232,7 kilómetros. El que en el pasado fue un símbolo de la división, en la actualidad desprende una paz majestuosa como vía fluvial que une estados. Disfrutamos en silencio de la imponente vista.

Petersberg: esta histórica colina se eleva en Königswinter, frente a la antigua capital alemana Bonn.

Texto publicado en el número 395 de Christophorus, la revista para clientes de Porsche www.christophorus.porsche.com