Todos preparados
 

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Ronda de clasificación: cada año, Andreas Stadlbauer (a la izquierda) invita a sus amigos Thomas Matzelberger, Helmut Eggert y Walter y Robert Lechner a su casa junto al lago Attersee (Austria) para disfrutar de una buena barbacoa, una conversación amena y unas carreras apasionantes.

Andreas Stadlbauer, dueño de la marca de circuitos en miniatura Carrera, afirma que jugar es la manera más bella de pasar el rato sin tener que preguntarte por el sentido. Cada verano, Andreas Stadlbauer reúne a sus amigos a orillas del lago Attersee para montar un larguísimo circuito de tracción eléctrica en el jardín de su casa. Compiten entre ellos con coches en miniatura hasta el anochecer. Ya falta poco para la próxima cita.

Un suave oleaje encrespa las aguas del lago Attersee. En la orilla opuesta se eleva, majestuosa, la cordillera del Höllengebirge flanqueada por nubes de lluvia. A los pocos minutos, un arcoíris se dibuja sobre la superficie del lago. En este escenario idílico, Andreas Stadlbauer retira el plástico protector de la unidad de control del circuito Carrera. A las otras piezas no les pasa nada si se mojan. Stadlbauer ha organizado una reunión solo para hombres en el jardín de su residencia vacacional en la Alta Austria. Objetivo: jugar. Sus amigos saben que Stadlbauer no tiene rival con el mando en la mano, pero aceptan el reto de batirle otro año más. Son Helmut Eggert, director de Porsche Import (Porsche Austria), Thomas Matzelberger, corredor de seguros, y Robert y Walter Lechner, propietarios de la Lechner Racing School, una de las forjas de pilotos de competición más importantes de Europa. Un quinteto de amigos cuya amistad se remonta en parte a los años de juventud y cuya pasión por el deporte del motor y los coches de cualquier tamaño sirve de nexo de unión, tanto en la vida privada como en la profesional.

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Competición: por el carril exterior se va más rápido, pero, en el jardín de los Stadlbauer, esto solo es un detalle marginal. Al acabar el día, lo que importará es haber dosificado adecuadamente la aceleración y los frenos. Y también los nervios.

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Recta final: los últimos centímetros son decisivos para la victoria o la derrota en una ronda. Este grupo de hombres no para de jugar, ni siquiera cuando el sol ya se está poniendo. El juego se acaba cuando el brasero deja de iluminar el circuito.

La pista Carrera de 25 metros de longitud discurre con un trazado en forma de U por el jardín de Stadlbauer, situado junto al área de navegación deportiva del lago. El circuito está formado por rectas con cambios de carril, horquillas, largos tramos de sprint y secciones con doble cambio de surco donde los coches pueden adelantar apretando un botón. La curva con peralte de 30 grados rodea un brasero que, al anochecer, iluminará el circuito con su centelleo. Sunny y Billy, los gatos del anfitrión, deambulan discretamente por la orilla del lago manteniendo una distancia prudencial.

La pole está formada por un Porsche 904 GTS, un Porsche 918 Spyder, un Porsche GT3 RSR «Lechner Racing» y dos Porsche 917 K «Martini International». Mientras Stadlbauer se arremanga la camisa, Eggert se quita su americana azul oscuro, la ondea por encima de una silla de jardín y la coloca en el respaldo. Matzelberger respira hondo y se muerde el labio inferior, y los hermanos Lechner se ponen en cuclillas y escudriñan el circuito con la mirada, imaginando un trazado ideal. Tres, dos, uno… El semáforo Carrera señala el inicio de la primera ronda. Daniela, la esposa de Stadlbauer, da el banderazo de salida y vuelve a entrar en la casa para dejar que los hombres disfruten a solas de su reunión exclusiva. «En este circuito, el 904 GTS lleva las de ganar porque, como no tiene alerón, pesa algunos gramos menos que los otros coches y traza más rápido la curva peraltada», explica Stadlbauer, quien antes de la salida ha calentado con las manos las ruedas de su coche en miniatura.

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Instinto lúdico

Andreas Stadlbauer y su padre, Dieter, se hicieron cargo de la marca Carrera hace 18 años. Sus pistas y coches de juguete hacen las delicias de los más jóvenes desde 1963. «A base de un perfeccionamiento técnico constante, queremos ofrecer a nuestros clientes carreras más emocionantes y modelos de coches más espectaculares», nos cuenta al preguntarle sobre los objetivos de su empresa. El nombre español de esta firma austríaca lo dice todo. Stadlbauer disfruta jugando con sus dos hijos. Pero no solo con ellos. En la sede central de su empresa en Puch (Salzburgo), no es difícil sorprender a este cincuentañero jugando a las carreras con sus socios. «Existe el maravilloso concepto de homo ludens, el hombre lúdico. Nunca se es demasiado viejo para jugar, solamente tenemos que escuchar al niño que llevamos dentro», nos explica Stadlbauer. «No suelen pasar ni 10 minutos antes de que hombres hechos y derechos se desabrochen las corbatas y se pongan a jugar».

Stadlbauer se arremanga un poco más la camisa, echa un vistazo rápido a la carrera y hace una puntualización: «Jugar es la manera más bella de pasar el rato sin tener que preguntarte por el sentido». «Bonita idea», opina Helmut Eggert, quien en su tiempo libre practica la natación, el surf o el squash. «Aquí todos queremos ser los primeros, aunque solo sea por honor», añade Eggert, y nos habla de cuando practicaba karting con Matzelberger, que actualmente organiza la carrera de vehículos históricos de Gaisberg. Hoy cruzará la meta en segunda posición. Una historia más para su Hall of Fame particular.

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Formato del circuito: gracias a sus cinco dobles cambios de carril, el conjunto Carrera Digital 132 permite cambiar de riel o adelantar a un adversario. Admite hasta seis coches circulando simultáneamente. El sistema Race Management de la unidad de control Carrera permite configurar la velocidad, los frenos y la capacidad de los depósitos antes de iniciar una competición.

Habilidad

Para fabricar un circuito con dos coches decorados, los operarios de Carrera realizan más de 10.000 manipulaciones. En este momento, Stadlbauer solamente necesita una para volver a colocar en la pista el Porsche 904 introduciendo la quilla de dirección en el carril exterior. Los coches de escala 1:32, con un peso de apenas 100 gramos, aceleran a más de 20 kilómetros por hora. Ocurre lo mismo que con los coches grandes, tal como explica Robert Lechner: «Cuando el eje trasero pierde adherencia, el coche derrapa y se sale de la pista. Por eso, la habilidad también cuenta para jugar al automodelismo». A Klara, la menor de sus dos hijas, Robert siempre le programa el coche para que no se salga de la pista ni cuando va a plena potencia. «Es como si condujera un coche fantasma, se lo pasan genial», explica Robert, de 39 años, que heredó de su padre el amor hacia todo tipo de coches. «Para él era muy importante que no fumásemos, que sacásemos buenas notas y que tocásemos algún instrumento. Y también nos enseñó a compartir desde muy pequeños», añade Walter Lechner, quien nunca ha dejado de compartir con su hermano la pasión por el deporte del motor y, sobre todo, las carreras de resistencia. En cambio, la primera plaza que obtendrá al final de la competición de hoy se la guardará para él solito hasta que llegue el momento de la revancha, dentro de pocos días.

Texto Christina Rahmes
Fotografía Bernhard Huber

Acerca de Carrera

  • Carrera es el líder mundial en fabricación de modelos en miniatura de coches y la marca más importante del grupo Stadlbauer.
  • En Alemania, el nombre «Carrera» es sinónimo de circuito de slot.
  • Carrera vende 1.000.000 de cajas al año.
  • La empresa produce cerca de 3.000.000 de vehículos y 7.000.000 de metros de pistas anuales.
  • La firma genera el 60 % de su volumen de ventas anual durante la época prenavideña.
  • Los coches se fabrican a escala 1:43, 1:32 y 1:24.
  • Carrera fomenta el espíritu competitivo y organiza cada año un campeonato propio, el «Carrera Challenge», en Alemania y Austria. Más información en: www.carrera-toys.com