Porsche - Personas y momentos
Personas y momentos
 

Personas y momentos

24 horas son 86.400 segundos. Y mucho más que eso. Son sobre todo una infinidad de momentos. Breves episodios. Grandes éxitos. El amplio abanico de las emociones humanas se concentra en un competitivo fin de semana en la fascinación de Le Mans. Narrado por aquellos que la han experimentado durante años en su propia piel.

JACKY ICKX
La embriaguez
1977

«Al cabo de tres horas creíamos perdida la carrera. Mi 936 se había averiado y me uní a Jürgen Barth y Hurley Haywood. Pero a ellos tampoco les iba bien y estábamos en el puesto 42. Hoy me sigue costando entender qué ocurrió entonces. Me sentía como en un estado de embriaguez. Conduje durante toda la noche, a toda velocidad, siempre al límite. Con lluvia y niebla. Cada vez corría más. Puesto 42, 35, 28, 20, 9, 6, 5. Todos sentimos que podíamos alcanzar lo inimaginable. Jürgen y Hurley pilotaban a más velocidad que nunca y los mecánicos realizaron un trabajo increíble. No sentía ningún cansancio. Hasta que llegamos a la primera posición. El domingo por la mañana estaba completamente agotado. Al final, Jürgen llevó el 936 a la meta con sólo cinco cilindros. Yo no hubiera podido hacerlo. Se pueden narrar magníficas historias sobre muchas carreras, pero 1977 es destacable. Algo así sólo ocurre una vez en la vida. Carreras como esta han convertido a Porsche en leyenda».

HANS HERRMANN
La promesa
1970

«En 1969 no gané por culpa de Jacky Ickx, después de que en la última hora y media de carrera nos habíamos estado adelantando mutuamente una y otra vez en cada vuelta. En 1970 Ferdinand Piëch se encargó de que aumentaran las oportunidades de obtener la victoria con un motor más potente. Naturalmente, llegar vencedor exactamente un año después de haber estado a punto de ganar en Le Mans fue algo especial. Además, fue la primera victoria general para Porsche y mi última carrera. Después de Le Mans anuncié mi retirada del deporte del automovilismo. Se lo había prometido a mi mujer, que había estado insistiendo desde hacía uno o dos años a causa de todos los amigos que habíamos perdido. Para mí también estaba claro que en algún momento la racha de buena suerte podía finalizar. Fue muy emotivo que todos estos factores coincidieran en 1970. Ya no recuerdo si tuve que secarme las lágrimas. Pero puede ser, porque soy bastante emocional».

RICHARD ATTWOOD
Lo curioso
1970

«Vencimos bajo circunstancias muy curiosas. En febrero Helmuth Bott, entonces jefe de Desarrollo de Porsche, me había preguntado qué coche quería para las 24 Horas de Le Mans. Le dije tres cosas: En primer lugar quería el doce cilindros de 4,5 litros en lugar del motor de cinco litros, según mi opinión propenso a averiarse. En segundo lugar quería la versión de cola corta del 917, porque con la cola larga el automóvil era menos estable. Y tercero, pedí a Hans Herrmann como copiloto, porque él ya sabía cómo tratar el material en esta larga competición. Me lo concedió todo y nos calificamos en el puesto 15. En ese momento pensé que había cometido el mayor error de mi vida. No íbamos a tener ninguna oportunidad frente a los motores de cinco litros. No éramos competitivos y sólo nos quedaba la esperanza de que los coches que nos precedían tuviesen problemas. Y fue exactamente eso lo que ocurrió».

PETER FALK
El solitario
1987

«Queríamos participar en Le Mans como siempre con tres bólidos y habíamos construido un cuarto 962 como sustituto. En esa época era habitual que el piloto probara todos los coches en Weissach antes de viajar a Francia. De esta manera Hans-Joachim Stuck destrozó uno de ellos de forma irreparable. Así que sólo quedaban tres. Y así nos fuimos a Le Mans. En una de las pruebas libres Price Cobb provocó un grave accidente con su automóvil. Y quedaron únicamente dos. Con ellos iniciamos la competición. Al cabo de menos de una hora Jochen Mass se dirigió al box. El motor se había estropeado. Creo que se había quemado un pistón. Nos quedaba sólo un bólido… Y teníamos frente a nosotros todavía 23 largas horas, casi la totalidad de la carrera. Por lo tanto, sólo teníamos una oportunidad con el 962 de Stuck, Derek Bell y Al Holbert. Para mí como jefe de la carrera y para todo el equipo la situación fue agotadora y emocionante hasta la locura: ¿Qué iba a pasar con el único automóvil que quedaba? Salió bien. Vencimos».

NORBERT SINGER
Los deberes
1982

«Una victoria por triplicado es un gran momento. Antes de comenzar tenía mis reservas. El 956 era un automóvil completamente nuevo. No se puede decir siempre: ¡Hurra, vamos a ganar! Hay que sopesar primero, pues una carrera de 24 horas no es tan sencilla. Esta victoria fue perfecta y de hecho una sorpresa. Realmente nos habíamos tomado el trabajo muy en serio, ya que unos años antes habíamos cometido un error. En 1979 Ernst Fuhrmann todavía estaba en Porsche y nos propuso a los ingenieros: ‹¿Qué os parece si este año vamos a Le Mans? Prácticamente no tendremos competencia›. O dicho de otro modo: nos vamos a dar un paseo por allí y triunfamos. ¿Y qué ocurrió? No llegamos a la meta con ninguno de los automóviles, perdimos sin competencia. Pues uno también es víctima de los propios errores. Tras esta experiencia disfruté en grande la victoria de 1982. El 956 fue directamente al museo. Es el coche que cuelga del techo».

GIJS VAN LENNEP
Lo inolvidable
1971

«Claro que mi primera victoria general es inolvidable. Helmut Marko y yo pilotamos un Porsche 917 de cola corta. Más tarde nos enteraríamos de que además tenía un chasis multitubular extraligero de magnesio. No nos quisieron poner nerviosos. Le Mans es especial y embriagador. Una victoria en Le Mans no se puede comparar con nada. Pero más que la victoria lo que ha permanecido en mí es otra imagen de esta carrera de 1971. Sigo viéndola frente a mí. Era de noche y bajaba por la Mulsanne a unos 350 km/h. Entonces vi un fuego. Por el asfalto fluía gasolina. Para mi suerte, el automóvil en llamas, de una clase inferior, ya se había detenido en el arcén izquierdo del circuito y afortunadamente yo no estaba en ese momento compitiendo con otro automóvil ni adelantando a nadie. Vi las banderas amarillas y pasé a poca velocidad por la zona del accidente. Y en ese momento dirigí la mirada a la izquierda…».

MANFRED JANTKE
El despertar
1978

«En la región de la Sarthe reina sobre todo la tranquilidad. Y una vez al año van los bólidos más veloces del mundo. La velocidad provoca emoción, ruido y peligro. Un programa de contrastes como el que ofrece la región también lo viven los pilotos. Como director deportivo a menudo los despertaba para sus respectivos turnos. Eran momentos especiales, y muy diferentes. El piloto físicamente más fuerte era sin duda Jochen Mass. Nunca estaba cansado, casi no necesitaba dormir y siempre encontraba tiempo para las mujeres. Jacky Ickx reaccionaba enseguida cuando le despertaban. Pero algunos apenas podían resistir las duras condiciones y yo tenía que sacudirles para sacarles de un profundo sueño causado por el agotamiento. Tenían que ponerse al volante poco después de despertarse. Y en esa época los automóviles eran todavía muy ruidosos. Del seno de Abraham directamente a la maquinaria del infierno, así deben de haberlo sentido».

JÜRGEN BARTH
La sorpresa
1982

«Una de mis tareas era ocuparme de los equipos de clientes. Me encargaba de la organización, es decir, el alojamiento, la comida, los tickets, etc. A su vez era piloto de reserva y tenía siempre la esperanza de que me tocara, como ocurrió en 1982. Hurley Hay­wood, que compartía un 956 con Al Holbert, tuvo que abandonar por problemas de estómago, uno de sus puntos débiles. Me avisaron hacia las 23 horas y me enfundé rápidamente el mono de carreras. Los compañeros rumoreaban que yo había metido algo en la comida de Hurley para poder pilotar. Por supuesto, una tontería. Una vez en el bólido se me pasó un poco la alegría al darme cuenta de que tanto Hurley como Al tenían las caderas mucho más estrechas que yo. Mi cadera sólo cabía de lado en el asiento, y tuve que estar cambiando permanentemente de un lado a otro. Llegamos los terceros. En el momento de la salida ni siquiera me había imaginado que iba a participar, y el domingo me subí al podio».

RUDI LINS
Nebulosa
1970

«En tres ocasiones participé en Le Mans, pero 1970 ha permanecido con más intensidad en mi memoria. Junto con Helmut Marko obtuve en el Porsche 908 la victoria en prototipos e índices, y quedamos los terceros en la clasificación general. Por la noche llovió a cántaros. Lluvia, lluvia y más lluvia durante horas. Nadie que no lo haya experimentado por sí mismo puede imaginarse qué significa esto para un piloto de carreras en Le Mans. Cuando se quiere adelantar a un automóvil, primero hay que meterse dentro de la nebulosa de agua que levanta el coche de delante. No se ve nada, no se sabe qué está oculto detrás de esa nube: ¿un automóvil?, ¿dos? Durante un rato Hans Herrmann y yo circulamos juntos por la noche, algo tranquilizante porque nos conocíamos el uno al otro. Para Helmut Marko y para mí estaba el añadido de que nuestro 908 no tenía capota. Al final de nuestro turno siempre acabábamos empapados, si no de sudor, de lluvia. Yo sólo tenía 24 años, era un chaval».

HANS-JOACHIM STUCK
Fuerza centrífuga
1985

«Mi momento Le Mans duró tres minutos y 14,8 segundos. Parrilla de salida con el Porsche 962 C, una perfecta ronda de calificación. Y puesto que la recta Mulsanne se domaría después con la construcción de dos chicanas, fue un tiempo récord para la eternidad. El 962 es el mejor coche de carreras que he pilotado. Un rendimiento atroz y un tremendo efecto suelo. Las fuerzas centrífugas eran enormes, y no existía todavía el servo. Hacía falta una condición de oso y mucho valor. A causa de los neumáticos sólo tenía una oportunidad. Start, curva Dunlop, izquierda, derecha por las eses. En el Tertre Rouge estaba al límite de la adherencia. Pero la curva es muy importante para la velocidad en la Mulsanne, y funcionó. 50 segundos a todo gas, después a 360 km/h, frenar para tomar la estrecha curva Mulsanne para rápidamente de nuevo acelerar. Indianapolis, Arnage, curvas Porsche, Maison Blanche, chicana Ford y listos. En esos tres minutos me concentré hasta la médula. Sólo existíamos este Porsche y yo en Le Mans».

Recuerdos registrados por: Eva-Maria Burkhardt y Heike Hientzsch
Fotografía: Rafael Krötz