Porsche - Estallido de colores

Estallido de colores

[+]

Velocidad: Layzell pinta concentrado y con rapidez. Aquí una escena en la curva Tertre Rouge de Le Mans.

Tim Layzell pinta escenas de automovilismo con el fin de que el observador sienta la potencia y la velocidad. Ha visto carreras en todo el mundo y las ha eternizado en acrílico.

Cada vez que Tim Layzell da las primeras pinceladas sobre el lienzo siente un poco de miedo: «¿Funcionará como me lo he imaginado?». Conoce esta sensación de duda, pero no la teme y sigue pintando. «Al principio muchas veces no salía bien», cuenta este artista de 36 años. «Ahora ya no me ocurre tan a menudo». Layzell ha aprendido. Empezó a dibujar automóviles a los tres años. Sus padres le llevaban en el cochecito a las concentraciones de vehículos clásicos. Algunos años después empezó a sentarse a la mesa con lápiz y papel y a copiar fotografías de bólidos. A los 13 años ganó su primera competición de talentos jóvenes en la categoría de hasta 23 años. Entonces comenzó a vender sus primeras obras. Una inspiración temprana fue el Porsche 911 Carrera 2 de su tío.

Layzell pinta y mira la televisión

Nunca le atrajo la universidad. Tal vez le habría interesado el diseño de automóviles, pero de algún modo esta pasión también la vive en la pintura. «Es el trabajo de mis sueños», afirma Layzell. Vive con su mujer y sus dos hijos en una antigua casa a las afueras de Bristol. Una pequeña ala lateral le sirve de taller. Allí, sentado, mira por la ventana y se inspira a través de la naturaleza escuchando música clásica. ¿Algún otro estilo? ¿Quizás jazz? No, en él no es aplicable el cliché artístico. Detrás del lienzo está encendida la televisión y de vez en cuando echa un vistazo cuando hay deporte o largometrajes. Y pinta muy concentrado, muy rápido.

Crea hasta 15 cuadros de bólidos legendarios al año, retratos de pilotos famosos y escenas memorables del automovilismo. Sucede que a veces se demora meses en un motivo debido al esmero con el que cuida los detalles. «Muchas fotografías de entonces son en blanco y negro. La pregunta es por tanto: ¿De qué color eran los automóviles?». Cuida cada requisito. Por ejemplo: ¿Quién seguía a quién en qué carrera? «Todo tiene que corresponder con la realidad». Dos tercios de su trabajo son por encargo y tiene tantos que su hermano le ayuda a buscar la información.

Primero tonos oscuros, después claros

El secreto de su arte, ya sea realismo o pop art, radica en que Layzell plasma velocidad sobre el lienzo con ayuda del acrílico y el pincel. En sus cuadros, los vehículos a menudo están dispuestos en diagonal y los pilotos inclinan la cabeza. Layzell oscurece primero el lienzo con tonos azules y después les devuelve la claridad. Es así como sus obras adquieren contraste. Una técnica inusual. «A la gente le gusta que los cuadros desprendan luz», afirma. Y su cara también se ilumina. «¿Qué joven no ha dibujado nunca automóviles? Yo puedo seguir haciéndolo, y eso me hace feliz».

Solo le falta una cosa: «Me gustaría participar más en carreras». Antes subía por las colinas en las carreras de montaña, ahora le falta el tiempo. «Pero volveré», espera. Seguro que funcionará.

Texto Frieder Pfeiffer
Fotografía Tim Layzell