Porsche - Luces… ¡acción!

Luces… ¡acción!

La forma al servicio de la función. Una máxima por la que no sólo se rigen los modelos de Porsche, sino también el nuevo Estudio de Diseño en el Centro de Investigación y Desarrollo de Weissach. Casi todo lo que ocurre aquí es top secret. Michael Mauer, responsable del departamento, nos ha mostrado en exclusiva su nuevo feudo.

Las nuevas dependencias tienen una amplitud similar a la de un gimnasio, y su decoración es, al menos, igual de minimalista. Ningún cuadro, adorno o nota de color rompen el blanco impoluto de las paredes. Desde lo alto del techo, las luminarias emiten una luz tenue, como la de un día ligeramente nublado de verano. El suelo es de color gris oscuro. No hay nada más. Pero ese nada lo es todo.

A Michael Mauer le fascina esta nave. Le delata el brillo de sus ojos azules. En este momento señala tres grandes plataformas giratorias empotradas en el suelo gris. Es allí donde expondrá sus modelos a escala 1:1, todos del mismo tono plateado. Uno podría tacharle de ser un lúgubre purista, pero todo en Mauer irradia intensidad y entusiasmo, incluidos los ademanes de sus gráciles manos.

Orgulloso, nuestro guía, el jefe de Style Porsche, nos conduce por el Estudio de Diseño del Centro de Investigación y Desarrollo de Weissach. Por fuera, este mágico lugar donde se gestan los deportivos del futuro es tan límpido y minimalista como el pabellón de presentaciones por dentro. Una sobriedad que no es, en absoluto, casual: «El edificio no es más que el envoltorio, tiene que quedarse en un segundo plano, sin robar protagonismo a la función a la que sirve», explica Mauer. Y es que es aquí, en este nuevo pabellón, donde quiere presentar a los altos cargos de Porsche las nuevas creaciones de su departamento. Después se decidirá qué modelos se construyen… y cuáles no.

El color gris oscuro del suelo tampoco es fruto del azar: es el color que más se asemeja al del asfalto de las carreteras. Tampoco lo es la luz, que no es tan nítida como la de un día de playa en pleno verano porque el ojo humano distingue mejor las formas cuando el cielo está ligeramente nublado. También el hecho de que todos los modelos de los futuros deportivos sean del mismo color tiene su explicación: se trata de poder compararlos mejor y que nada nos distraiga del trazo de las líneas. Por eso todos los modelos que se exponen aquí son de un discreto color plata.

Michael Mauer tiene 52 años. En el pasado, trabajó diseñando automóviles en Gotemburgo (Suecia) y Tokio (Japón). Sin embargo, Weissach, la pequeña localidad alemana cercana a Stuttgart, tiene algo que Mauer echaba de menos en las grandes urbes: la fuente de inspiración que brinda la naturaleza. Y es que justo detrás del nuevo Estudio de Diseño, cuya fachada principal es de cristal, se halla un bosque verde y frondoso. Un telón de fondo sobre el que también puede presentar sus modelos: al aire libre, a la luz del día, delante de un mar de árboles… es decir, en un entorno equiparable al de las carreteras interurbanas por las que los automóviles circularán más adelante. Unos muros de hormigón protegen el patio de presentaciones de la mirada interesada de espías industriales. Además, el recinto también cuenta con una verja doble que rodea el bosque colindante.

El Centro de Weissach está creciendo. «Nuestro Centro de Desarrollo es un acelerador de innovaciones, pues todos los departamentos están muy cerca unos de otros», afirma Mauer. Antes, cuando se quería probar en el túnel aerodinámico un modelo del equipo de diseño, primero había que trasladarlo hasta allí en camión. «Nos llevaba mucho tiempo. Puesto que al subir o bajar el coche del camión nadie que no esté autorizado debe poder ver, bajo ningún concepto, nuestro trabajo, había que camuflar con pintura el prototipo», explica Mauer. Hoy, lo único que tiene que hacer es introducir el modelo en el ascensor y, resguardado de todas las miradas, empujarlo por el pasillo del sótano hasta el túnel aerodinámico, también de nueva construcción, que está al lado del Estudio de Diseño.

A pesar de la rapidez con la que fluyen las ideas, la fase central de un nuevo modelo se prolonga unos dos años. Más de cien diseñadores se dividen fundamentalmente en tres disciplinas, como aprenderemos en la visita guiada por el nuevo reino de 9.000 metros cuadrados de Mauer. En la cara que da al bosque se encuentra la sección de Diseño Exterior. Con unos 70 metros de largo, el taller donde trabajan es incluso más grande que la sala de presentaciones. En el suelo, recién pulido, se reflejan los fluorescentes del techo. La pared lateral está completamente acristalada: el bosque de Weissach hace, aquí también, las veces de telón de fondo natural.

Una vez que el equipo de Exterior ha diseñado los nuevos modelos en el ordenador, el siguiente paso es hacer las carrocerías con plastilina. A continuación le llega el turno a la espuma rígida comprimida, ya a escala 1:1. La gran amplitud de las instalaciones facilita las labores de observación, pues permite separarse lo suficiente del vehículo. Algo muy importante porque «cuando se está a un metro de un Macan, no se ve si una línea queda suelta», explica Mauer.

Pero aún hay más. En las nuevas instalaciones, los diseñadores pueden examinar sus creaciones a la luz natural. Ahora mismo, por ejemplo, acaban de sacar al patio un Boxster y lo están contemplando con la naturaleza de fondo. «Es la gran ventaja que tenemos en Weissach», dice Mauer deshaciéndose en halagos con el emplazamiento, «aquí podemos observar los automóviles con perspectiva y seguimos estando a un paso de Zuffenhausen».

Obviamente, los automóviles se tienen que proteger de la mirada de extraños. Las nuevas dependencias están diseñadas de tal manera que sólo una pequeña parte del edifico está abierta al público. Para entrar en la zona top secret, el feudo de las formas y las ideas, primero se debe cruzar una puerta doble de seguridad sólo franqueable por los diseñadores de Porsche.

También en la siguiente estancia se puede trabajar sin miedo a ser molestado. Es el lugar donde el equipo de Diseño Interior perfila la vida interior de los deportivos. Mauer considera crucial que el departamento no se encierre en sí mismo por completo: «Si los de Exterior rebajan la línea lateral, los de Interior tienen que reaccionar». Ninguna disciplina puede permitirse el lujo de aislarse del resto. La arquitectura del Estudio proporciona la transparencia y la comunicación necesarias para evitarlo. Por un lado, entre Interior y Exterior se encuentra la llamada escalera de encuentro, una amplia escalera de color blanco con mullidos sofás de colores en distintos niveles que invitan a hacer descansos creativos. «Por la mañana te puedes tomar un capuchino y hojear una revista», cuenta Mauer, «mientras charlas con los compañeros sobre los proyectos que hay ahora entre manos».

Por la escalera de encuentro se llega a la planta superior, un espacio abierto donde se encuentran los escritorios de los diseñadores. Amplios ventanales permiten la conexión visual entre Interior y Exterior. Así, si se levanta la vista por encima de la pantalla, se puede ver la forma que está tomando el nuevo salpicadero o qué hacen ahora mismo los de la tercera disciplina.

El departamento se llama «Colour & Trim», color y accesorios. El taller donde trabajan se ha instalado en la cara norte del edificio. «La luz neutra es la que mejor permite distinguir los tonos y colores», explica el responsable de Style Porsche. También cuenta con un patio interior rodeado de una moderna tapia. Hay una entrada para los proveedores, que se tienen que poner de acuerdo con los expertos en colores antes de poder usarla. Además, está diseñada de tal forma que un fabricante de pintura que se acerque hasta el Centro de Desarrollo no pueda ver absolutamente nada de una carrocería en construcción. Guardar secretos: un tema del que aquí se sabe tanto como de formas.

Al final de nuestro exclusivo tour, Mauer nos enseña también las salas de reuniones, unas estancias de las que también está orgulloso «porque están en la zona más bonita del edificio», confiesa. «Aquí la energía puede fluir», explica. Los ventanales permiten ver el bosque. «A veces ocurre que la vista se pierde por entre los árboles, pero a menudo esto no hace sino ayudar a la mente: en todo proyecto llega un momento en el que parece que el barco ha encallado y no se sabe cómo continuar adelante. Las vistas abiertas ayudan a desbloquear las ideas», afirma Mauer desde la experiencia.

No obstante, su entusiasmo por la naturaleza tiene un límite. «El verde está bien», dice, «pero no en todas partes». Los escritorios de sus diseñadores están muy bien como están, sin plantas cerca. «Me he prometido a mí mismo no plantar un solo ficus benjamín que al final termine cogiendo polvo en un rincón».

Texto Johannes Schweikle
Fotografía Hans-Georg Esch: Nacido en 1964, desde 1989 trabaja como fotógrafo freelance especializado en arquitectura. Pero sus trabajos son mucho más que el retrato de edificios. De ello dan buena cuenta algunos de sus libros como Megacities o Cities unknown.