Porsche - Llave en mano

Llave en mano

No sólo se acoplan bien en la mano y son bonitas, también tienen algo especial: las llaves de Porsche son maravillas de la alta tecnología dentro de un espacio reducido y muy responsables. Tienen que ser fiables y cumplir con los mayores requisitos de seguridad. Una emocionante historia de su evolución ilustrada con coches en miniatura a escala 1:43.

Es una historia con dientes. Las llaves de los Porsche se acoplan perfectamente a las manos. Por lo que respecta a la forma son pequeñas esculturas deportivas, pero los dientes han desaparecido. Bueno, no del todo. Oculta en el interior del Porsche en miniatura, la parte de metal se extrae con un par de gestos. En caso de necesidad la puerta del conductor puede abrirse también sin apretar un botón, sin ondas de radio y sin batería. Junto al arranque esta es la más importante de todas las funciones. Además, este proceso tiene sobre todo un gran valor simbólico: el concepto de la «potestad de las llaves» ya existía en la Antigüedad. Pero ahora estamos hablando de las llaves del Porsche de la Modernidad, para la cual existe otra expresión mucho más adecuada: la experiencia de las llaves.

El cargo de Sascha Kissner ya anuncia que aquí se trata de algo más que de abrir una puerta: Director de Desarrollo, Sistemas Eléctricos/Electrónica, Carrocería, Sistemas de Seguridad. Sobre el escritorio del experto hay una llave de un nueveonce, en la que no sólo se ve la silueta de la serie, sino que además se trata de un cabriolet. Para Porsche es muy importante esa dedicación por el detalle. Y para el cliente también. «Al fin y al cabo la llave es la única pieza de su automóvil que lleva cada día en la mano», constata Sascha Kissner. Por ello, en el desarrollo de una nueva generación de llaves los ingenieros se reúnen a menudo con los diseñadores. Después de tres o cuatro años el resultado es siempre ejemplar, tanto por fuera como por dentro. Se trata, al igual que con el Porsche «grande», de un desafío por lograr el máximo de técnica, de rendimiento y de fiabilidad. La llave debe ser lo más plana, lo más compacta posible. Con una superficie de unos 80 por 33 milímetros se han logrado, por ahora, las dimensiones ideales. Por una parte tiene que caber la batería y por otra hay que tener en cuenta las funciones de emisión de ondas: cuanto más grande la antena, mejor.

Lo más decisivo para definir de qué es capaz una llave son los circuitos impresos de la tarjeta flexible, una verdadera maravilla en el menor espacio. Así también lo expresa la tesis científica popular: «Antes se introducía la llave en el coche, hoy se introduce el coche en la llave». El trozo de metal fresado de la infancia de los deportivos se ha convertido en un módulo de seguridad de alta tecnología. El hecho de abrir la capota del cabrio o de desbloquear desde la distancia el maletero y las puertas demuestran la comunicación sin interferencias entre la memoria de datos de la llave y los aparatos de mando del vehículo. También se activan así las funciones de memoria para el ajuste de los asientos. «A la llave se la instruye», dicen coloquialmente los expertos, con lo cual es tanto emisor como receptor. Estas funciones emitidas por radiofrecuencias están codificadas de forma estandarizada con procedimientos modernos y criptológicos. En el sistema Porsche Entry & Drive la utilización activa de la llave del automóvil es aún más reducida. No hace falta sacarla del bolsillo: al tocar la manilla de la puerta el automóvil lanza por radiofrecuencia el requerimiento de un código de acceso que está guardado en la llave y que desbloquea la puerta.

Como es típico de todos los Porsche, el vehículo se arranca con un movimiento giratorio a la izquierda del volante; y así se apaga también el motor. Mediante un botón en la parte exterior de la manilla de la puerta (o mediante un sensor, en el caso del Macan) se vuelve a bloquear el vehículo. Esta solución es el resultado de un cuestionamiento que acompaña a todas las innovaciones del Centro de Investigación y Desarrollo de Weissach: Muchas cosas son posibles, pero ¿qué constituye un valor añadido para el conductor de Porsche?

La llave debe ser de fácil manejo, lo que queda reflejado en la háptica. Las teclas de la superficie están dispuestas de modo que hay que presionarlas bastante para que se active su funcionamiento, lo que impide que la puerta se abra de forma involuntaria cuando la llave está metida en el bolsillo del pantalón. También es muy importante la estabilidad. En la profusa fase de pruebas se comprueban la estanqueidad y la resistencia, sacudiendo por ejemplo la llave durante horas dentro de una lavadora con piedras. Hay otra cuestión que no admite el más mínimo compromiso: cada llave de Porsche debe ofrecer el máximo en seguridad antirrobo, por lo que cada llave es una pieza única. Aparte de las llaves de repuesto (se pueden hacer hasta siete por vehículo) no hay ninguna otra que sea igual. «Una llave representa la identificación con el vehículo, y esto es lo más importante para el propietario», dice Sascha Kissner, ya que «se puede comparar con las llaves de la propia casa». A pesar de la complejidad del circuito electrónico interior se puede aplicar una regla general: «A menos interfaces, más difícil es franquearlas». Los técnicos nunca emplearían la palabra «imposible» para los sistemas modernos de seguridad y los inmovilizadores electrónicos, pero el sistema se aproxima mucho a la imposibilidad.

No conocen que se haya podido «vencer» a la electrónica. La última llave de la serie de nueveonces 991 marca también una trepidante evolución en la codificación. Desde hace tiempo son impensables los clásicos cortocircuitos que todavía aparecen en algunas películas de gánsteres. Si alguien pierde su llave, al crear la de recambio el Centro Porsche se ocupa inmediatamente a través de su banco de datos de desactivar la llave que se ha perdido.

A pesar de la avanzada tecnología digital, que también va ofreciendo continuamente nuevas posibilidades a las llaves de los vehículos, Sascha Kissner y sus colegas consideran que la llave como tal es imprescindible. Claro que técnicamente se podrían mandar las señales a través del teléfono móvil. Pero aun cuando se encontrara una solución a los temas de la seguridad, seguiría existiendo un gran problema.

«La mayoría de las personas cambian de teléfono móvil cada dos años, o más a menudo», dice Kissner, «pero la llave tiene que perdurar durante toda la vida útil del vehículo». Algo orgullosos sí se sienten los ingenieros porque hace poco ha aparecido en el lejano oriente una especie de copia de la funda para la llave en forma de móvil. Pero con este realmente sólo se puede hablar por teléfono y no arrancar un Porsche.

Texto Elmar Brümmer
Fotografía Bettina Keidel