Porsche - Los ojos de Amy

Los ojos de Amy

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Goodwood Estate.

La fotógrafa británica Amy Shore retrata la luz y las formas con el mayor de los esmeros. Allí donde en verano se suele celebrar un vibrante festival tiene lugar una representación para dos: Amy y el Porsche Taycan. Un ensayo fotográfico en blanco y negro.

La británica Amy Shore nació en Leicestershire, no muy lejos del circuito de Mallory Park, hace 29 años. Dice que le gustan las carreteras comarcales, las cabinas telefónicas de color rojo y los pubs. Nos espera frente a un elegante portón blanco en Westhampnett, cerca de Chichester, en el sur de Inglaterra. Es la puerta de acceso a la amplia finca del Duque de Richmond. La familia reside en la Goodwood House, que tiene un jardín tan grande que da cabida a un circuito de carreras. El Goodwood Revival es la meca del automovilismo histórico. En él se pueden ver coches de carreras y trajes tradicionales de los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Hace varias semanas debería haberse celebrado aquí el Goodwood Festival of Speed, en el que vehículos modernos e históricos habrían subido durante días por el acceso de 1.860 metros. Habría habido gritos de júbilo, diversión y emociones y prados llenos de gente. Pero ni rastro de todo ello. Solo visiones no cumplidas y una hierba inusualmente alta. Casi parece que la oyéramos crecer. Silencio.

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Un silencio poderoso:
normalmente, los visitantes del festival de Goodwood admiran cientos de vehículos especiales. Hoy, el Taycan es el único invitado.

Shore se baja de un Porsche Taycan Turbo de color gris volcán. Lleva una especie de arnés con tirantes de cuero que se cruzan en la espalda. «Sé que parecen bridas, pero es perfecto porque me permite tener a mano ambas cámaras sin que choquen entre sí», dice mientras recoge la Nikon D6, objetivo de 35 milímetros, de la cadera derecha y enfoca el deportivo situado en la línea de salida. Aprieta el botón del obturador. «Me encantan los objetivos de primera clase. Este hace que el observador se sienta como si estuviera en el lugar de la foto». A la izquierda, colgando del otro tirante, aguarda una Nikon D850 con un objetivo de 85 milímetros. «Mi enfoque favorito para los primeros planos», explica Shore. Sus padres le compraron la primera Nikon cuando tenía 16 años. Su padre, pintor de carrocerías, le contagió su pasión por la fotografía. «Nunca pensé que podría llegar a ganarme la vida con ello, así que estudié orfebrería de metal y plata», explica. «Para sacarme un dinero extra, solía trabajar de fotógrafa en las bodas». Un día de verano de 2013 le llegó un encargo para fotografiar la réplica de un coche clásico. «No tenía ni idea de coches», confiesa. Pero a veces hay que hacer las cosas para aprender a hacerlas, tal como recomendó en su día el empresario Richard Branson. «Desde entonces he seguido su consejo». El encargo fue el punto de partida para su trayectoria profesional y su propio estilo. En el ámbito profesional lo denominan «Amy Style», y todos saben que es sinónimo de autenticidad y cercanía. Hoy, por ejemplo, el cielo se muestra maravillosamente gris y épico. Shore busca un marco imaginario para su composición de luz, color y forma. No utiliza luces artificiales ni flash, pues el resultado sería demasiado artificial. «Mientras aún pueda reconocer algo con los ojos, mis cámaras se las arreglarán para capturar exactamente esa mirada. Me gusta la fotografía realista».

«Hay miles de fotos del Taycan, y yo lo que quiero es contar mi propia historia».
Amy Shore

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Circuito de Goodwood:
en septiembre de 1948, Sir Stirling Moss ganó aquí la primera carrera en la categoría de 500 cc. En medio del circuito de 3,8 kilómetros de largo se halla un aeródromo.

Mira hacia las copas de los árboles, que se tocan como si guardaran un secreto debajo. Shore le pide a Craig Callum que aleje el deportivo eléctrico. «Ya hay miles de fotos del Taycan, y yo lo que quiero es contar mi propia historia». Dirige a su asistente y co-fotógrafo sin gritar, por respeto a la inusual calma en este terreno que le resulta tan familiar. Los compañeros de profesión la llaman con cariño «Queen of Goodwood». Solo mediante gestos dirige al Taycan a la posición deseada. Observamos su muñeca izquierda, adornada con coloridos brazaletes de amistad. Uno en los colores del arcoiris simboliza su apoyo a la comunidad LGBTQ, el otro es de su madre. La familia lo es todo para ella, después de las sesiones fotográficas llama a sus padres para contarles sus experiencias. Como ayer, cuando vio el Taycan por primera vez. «El primer Porsche que he conducido», dice, buscando las palabras. «¡Wooosh! Me dejó boquiabierta su manera de acelerar», dice antes de ponerse a filosofar sobre el sonido del futuro y las emociones que transmiten las imágenes. Craig y ella nunca habían visto tantos animales durante un viaje. «El Taycan te permite entrar a formar parte de la naturaleza, un sentimiento como salido de una meditación zen». Le gustan los animales. En casa le espera su gato Moss, que recibió su nombre en honor al piloto de carreras Sir Stirling Moss.

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«Me gusta la fotografía realista».

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Amy Shore
Conoce muy bien la finca de Goodwood, que marcó un hito en su trayectoria profesional. Por un día puede disponer de todo a su antojo.

Shore quiere fusionar la belleza del paisaje con la modernidad del deportivo. Los helechos, mecidos por el viento, encuentran una nueva dimensión al reflejarse en la brillante pintura. Mira al Taycan una y otra vez a los ojos. Cuando se va la luz, se sienta con las piernas cruzadas frente a su retratado, repasa las fotografías en la pantalla y levanta la vista sonriendo. La luz de los faros se apaga. Es como si el Taycan diera las gracias satisfecho.

Texto Christina Rahmes
Fotografía Amy Shore, Craig Callum