Vuelo nocturno

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Libre circulación: sigilosamente, el Panamera se desliza bajo las luces de la ciudad.

Armonía entre contrarios. El nuevo Porsche Panamera 4 E-Hybrid combina extremos con mucha elegancia. Igual rueda atléticamente por las curvas del Nordschleife que convierte kilómetros de autopista en una zona de confort.

De noche, la ciudad es otro mundo. Allí donde los coches avanzan de día en una lenta caravana, el Porsche Panamera atravesará un escenario de casas y luz. Cuando esta limusina deportiva abandona la autopista, un sol rojo se pone tras las cumbres del Jura de Suabia. Sus mordazas de freno son de color verde, como corresponde a un vehículo híbrido enchufable. El vehículo se adentra en la ciudad. En su motor aún resuena la seguridad tranquila con la que ha recorrido la autopista.

Stuttgart es un lugar de contrastes. Algunas de las empresas asentadas allí son impulsoras de una industria automovilística con proyección mundial. Sin embargo, en algunos puntos se tiene a veces la agradable sensación de estar en una ciudad pequeña. A ello se une el carácter especial de los naturales de Stuttgart. Qué no se ha dicho ya de los suabos: que si son tecnócratas, que si son ahorrativos, que si adoran las normas... Sin embargo, esta idiosincrasia también tiene otra cara: pocas gentes hay tan abiertas, que hayan viajado tanto, tan polifacéticas, con tantas ideas y que impulsen la innovación con tanto entusiasmo.

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Un aviso claro: el color verde neón indica que en el E-Hybrid laten dos corazones.

El Panamera 4 E-Hybrid tiene, como indica la cifra de su nombre, tracción en las cuatro ruedas. Aparte de los modos de conducción «Sport» y «Sport Plus» ya conocidos de las variantes de Panamera con propulsión convencional, cuatro modos nuevos apoyan la conducción: «E-Power», «E-Charge», «Hybrid Auto» y «E-Hold». Con este último, el conductor tiene la posibilidad de mantener el estado actual de carga para conducir en modo puramente eléctrico más adelante. Con la batería totalmente cargada el Porsche podría recorrer hasta 50 kilómetros alcanzando una velocidad de hasta 140 km/h. Sin usar más que electricidad.

En el modo «Hybrid Auto» el vehículo alterna automáticamente entre el motor biturbo V6 de 2,9 litros de 330 CV y el motor eléctrico de 136 CV. El conductor deja que la limusina decida.

Una ligera presión sobre el pedal de freno y el sistema de frenos del Panamera decide –ahora sin que el conductor lo note– si es posible detener el vehículo mediante recuperación. Si no es suficiente la resistencia del motor eléctrico –que ahora funciona como generador– se utilizan los frenos de disco de alto rendimiento.

En las inclinadas laderas que rodean el valle se extienden los viñedos. Aquí, al caer la tarde, el aire cálido del valle asciende hacia arriba. El sol se pone mientras el Panamera toma las curvas con fría resolución. Sus faros LED proyectan veredas de luz sobre la calzada mientras una sonrisa de satisfacción se dibuja en el rostro del conductor. La velocidad en autopista ha sido relajada. El biturbo V6 no ha tenido que rendir mucho y ha podido recargar en modo «E-Charge» la batería de 14,1 kWh del Panamera, a la que algunos acelerones con tracción eléctrica habían restado energía. Mientras tanto, el Panamera demostraba lo cómodo que es para trayectos largos. En las frenadas y los declives, la física ayuda: la inercia y la gravedad se aprovechan y se almacenan en forma de nueva energía eléctrica.

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Cabina digitalizada: el conductor puede elegir entre seis modos y seleccionarlos directamente en el volante o en una amplia pantalla. En modo eléctrico, la aguja de color verde neón del cuentarrevoluciones ya no tiene nada que hacer.

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Pasamos junto unas siluetas que, aprovechando las aceras despejadas, ruedan sobre monopatines a la luz de las farolas. En la larga y elevada carretera de entrada a la ciudad, el conductor cambia al modo «Sport», pensado igualmente para convertir la conducción en puro placer. Con el 919 Hybrid –ganador en Le Mans– Porsche ha acumulado en su Centro de Desarrollo de Weissach múltiples y variadas experiencias en torno a la tracción híbrida. El desarrollo del Panamera ha supuesto la incorporación de este conocimiento especializado a la producción en serie. En Nürburgring, el conductor activaría ahora el modo «Sport Plus», dejaría rugir con más fuerza el biturbo V6 y pensaría en el récord mundial del modelo Panamera Turbo, que recorrió el Nordschleife en solo 7 minutos y 38 segundos. Pero el silencio de la noche cubre Stuttgart, el Nürburgring está a 330 kilómetros de distancia y en la ciudad el Panamera no necesita su velocidad máxima de 278 km/h. Aun así, el conductor mira con gusto la cantidad de energía suplementaria que se indica en la pantalla táctil de 12,3 pulgadas del asistente de boost, que ya encuentra aplicación en el superdeportivo Porsche 918 Spyder y que se encarga de que la máquina eléctrica y el motor de combustión hagan su trabajo paralelamente. A continuación, vuelve a accionar el conmutador de modos y pasa a «Hybrid Auto». Activa la función con total seguridad, sabiendo con certeza que esta limusina puede ser en cualquier momento un deportivo.

Sin que apenas se note, el V6 arranca, sube la cuesta con brío y luego se para, dejando que el vehículo recorra la recta siguiente con los 400 newton metro del motor eléctrico. En la cabina, el asistente Hybrid ayuda con indicaciones visuales a dosificar correctamente la potencia de tracción eléctrica. Es casi una lástima que, más allá de eso, el conductor perciba tan poco de este yin y yang de contrarios, de esta interacción entre motor de gasolina y motor eléctrico. Mientras bajo el capó se desarrolla esta coreografía precisa entre el motor de combustión interna y el motor eléctrico, el Panamera pasa junto al prestigioso Teatro de Stuttgart.

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Siempre bien visible: el Porsche Advanced Cockpit con paneles sensibles al tacto y pantallas personalizables informa ampliamente al conductor sobre el consumo actual.

El paso al modo «E-Power», que por principio está activado cuando se arranca el motor, hace enmudecer el biturbo V6 de 2,9 litros. Casi sin hacer ruido, el vehículo continúa deslizándose por la ciudad. En la Schlossplatz, los noctámbulos miran pasar la susurrante limusina deportiva. Pocos minutos después el coche ha atravesado el valle. En el retrovisor se ve desaparecer el edificio emblemático de la ciudad: la torre de televisión de 217 metros de altura. Se siente cercana la Meca de los conductores de deportivos: Zuffenhausen. La fachada del Museo Porsche refleja de manera casi artística la silueta del coche. Y es que este vehículo es realmente una obra de arte tecnológica. Es la continuación en el futuro de esa historia que cuentan los hitos automovilísticos exhibidos en el museo. Pocos metros más allá se levanta una barrera. Es la nave 1 de la planta central de Porsche. Pronto el Panamera 4 E-Hybrid no solo circulará por Stuttgart. Lo hará por el mundo entero.

Texto Till Daun
Fotografía Frederik Dulay-Winkler