Porsche - Entre el corazón y la razón

Entre el corazón y la razón

Desde el pasado mes de octubre Frank-Steffen Walliser es el nuevo jefe de Porsche Motorsport. 
Lleva los coches de carreras en la sangre, pero también los de serie.

Hasta los gemelos que adornan los puños de su camisa ponen de relieve la dualidad que caracteriza a Frank-Steffen Walliser. Se trata de unos pequeños deportivos color plata en los que no es difícil reconocer la silueta del 918 Spyder, ese Porsche en el que confluyen los genes de dos mundos: competición y fabricación en serie. Lo mismo le sucede al dueño de los gemelos: «Tengo el corazón dividido: la parte izquierda late con los coches de carreras y la derecha, con los de serie», reconoce él mismo de buena gana con una sonrisa dibujada en el rostro. El resultado es un corazón que rezuma Porsche por los cuatro costados. Una característica indispensable para una persona que el pasado octubre asumió la dirección de Motorsport en Porsche AG y se convirtió en el responsable global de GT y de los deportivos GT de serie.

A sus 45 años, este doctor en ingeniería siempre ha estado a caballo entre dos mundos. El 1 de abril se cumplen 20 años de su llegada a Porsche. Su incorporación al equipo del Centro de Desarrollo de Weissach se remonta al año 1995, cuando era un joven estudiante de ingeniería mecánica especializado en motores de combustión y gestión de tecnologías. En el año 2003, sus conocimientos y la gran pasión que siente por su trabajo le catapultaron a jefe de estrategia de Porsche Motorsport. El RS Spyder que colaboró a desarrollar ganó tres títulos de pilotos y por equipos en las American Le Mans Series. Con estos éxitos en la guantera, regresó a los vehículos de serie. Como Director de Proyecto Global, Walliser trabajó en el desarrollo del revolucionario súperdeportivo 918 Spyder hasta tenerlo listo para ser fabricado en serie. Un 918 Spyder, por cierto, que batió el récord de tiempo por vuelta en el circuito de Nürburg­ring. «Los procesos técnicos en el caso de los coches de serie son muy complejos, pero también se requiere mucha velocidad y concentración, por lo que los requisitos de uno y otro mundo no son tan diferentes», explica Walliser aludiendo a su particular conjugación interna de tecnologías. La principal diferencia es el elevado componente emocional que acompaña al automovilismo. Aunque el jefe deportivo prefiere explicarlo en términos técnicos: «Se trata de componer una unidad técnico-organizativa ganadora».

En su nuevo puesto, Walliser ejerce de jefe, técnico y estratega. Tres en uno. A diferencia de cuando trabajaba en el RS Spyder, ahora no sólo es responsable de las carreras para Porsche, sino también para todos los clientes. Su primera aparición pública tuvo lugar en Austin, Texas, coincidiendo con la mayor participación de Porsche de la historia. «Hay que reconocer que fue una auténtica sobredosis, pero una de las que te sientan de maravilla». El análisis precede siempre al júbilo. «Primero tengo que poder leer la carrera, después sacar las conclusiones acertadas», afirma en relación a los distintos requisitos. Y estas pueden ser decisiones tomadas en cuestión de segundos en el circuito, sí, pero siempre sobre la sólida base que proporcionan los meticulosos trabajos de preparación previos. Porsche se siente en GT como en casa. No obstante, competiciones como el Campeonato Mundial de Resistencia de la FIA (WEC) o el Campeonato Tudor United SportsCar de la IMSA son terrenos muy disputados con muchos fabricantes librando una ardua batalla. «Obviamente, en el ámbito de los automóviles de serie la competencia también existe, pero no suele ser tan directa. En competición, el rendimiento no admite fisuras», afirma Walliser sobre su viejo nuevo mundo. No puede disimular la emoción que despierta en él ese reto.

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Analítico: Walliser lee la carrera y, después, saca conclusiones

La misma emoción que le genera la responsabilidad empresarial. En el departamento de competición del Centro de Desarrollo de Weissach también se diseñan Porsches GT para la carretera como, por ejemplo, el Cayman GT4. Abarca todas las áreas clásicas de la construcción de automóviles –desde el desarrollo hasta la venta y postventa, pasando por la producción– y tiene un volumen anual de alrededor de 3.000 vehículos. «Por lo tanto, sigo con un pie en el ámbito de los automóviles de serie», resume. Suceder a Hartmut Kristen –que, tras 10 años en el puesto pasará a ser asesor de Desarrollo de la Junta Directiva– parece una tarea hecha a medida para Walliser. «Poder ser responsable de Motorsport y Serie simultáneamente tiene un gancho especial. No existe otro trabajo igual en el mundo», asegura. Durante este invierno ha llevado a cabo una reestructuración integral de todo el departamento. Con 280 empleados a su cargo, defiende a capa y espada los beneficios del trabajo en equipo. A la hora de hablar del objetivo del suyo, echa mano de lo mejor de su repertorio en jerga de carreras: «¡Hacerlo volar!» El automovilismo está transformándose. La energía y la eficiencia son dos valores en alza que tendrán un papel fundamental en el futuro. Porsche quiere mantenerse en la cresta de la ola de los cambios. Así, hace cinco años lanzó el 911 GT3 R Hybrid, un modelo que ponía a la empresa a la cabeza de las nuevas tendencias. En el futuro, hay que continuar marcando tendencias para después clasificarlas y aplicarlas con éxito en cada una de las categorías. Y esto requiere tanto habilidades técnicas como tácticas.

De pequeño, Frank-Steffen Walliser nunca soñó con ser piloto de carreras. «En mi cabeza los rápidos son los coches», asegura. Algo que no ha cambiado un ápice a fecha de hoy. No obstante, guiñando un ojo confiesa el orden en que aprendió sus primeras palabras: coche, mamá, papá. A los 16 años, el deseo de trabajar en «algo relacionado con los coches» tomó forma de verdad. Entonces, trabajar para Porsche era un sueño tan lejano como hacerlo en el automovilismo. Y, de pronto, se encuentra ahí, en mitad de todo. Las emociones, un factor predominante durante las carreras, no suponen ninguna contradicción para el doctor en ingeniería: «Un coche, y más un Porsche, siempre tiene un componente emocional. No en vano, a todos nos apasiona la técnica». ¿Que si los pilotos están hechos de una pasta especial? «Nadie se mete por equivocación en una profesión que te somete a semejante tensión; es una decisión que se toma de forma muy consciente», asegura Walliser. Y comenta otro aspecto que le sigue fascinando y apasionando de las carreras: «Vivimos en un mundo en el que los tonos grises se cuelan cada vez en más ámbitos. Pero en la pista sólo hay blanco o negro. Una vez que se agita la bandera de cuadros, el resultado es siempre el que es. Sin excusas que valgan».

Texto Elmar Brümmer
Fotografía Rafael Krötz