Porsche - En el área roja

En el área roja

Purismo al volante significa deportividad extrema. Y precisamente eso es lo que uno siente al ponerse a los mandos de los deportivos de motor central Cayman GTS y Boxster GTS. Si, además, se circula por la carretera adecuada, la sensación se eleva a la máxima potencia. La prueba, este tour por las colinas de la Selva Negra alemana.

Acabamos de cruzar la frontera con Alemania por Basilea. A nuestras espaldas, siete horas de autopista desde el Mediterráneo y los últimos 290 kilómetros devorados de un plumazo a ritmo constante por las carreteras con límite de velocidad de Suiza. Y ahora, cuando al fin podemos exprimir los 250 kW (340 CV) del Cayman GTS, nos topamos con un atasco: carretera cortada y más de 20 kilómetros de caravana en ambos sentidos. En lugar de en horas, la policía expresa en días el tiempo que falta para poder continuar. Menos mal que nuestro navegador, el Porsche Communication Management (PCM), nos ha avisado a tiempo y hemos puesto pies en polvorosa en la siguiente salida. Completamente despejada, la nacional 31 se nos antoja un paraíso, cuando, de pronto, vemos iluminarse el próximo atasco en el horizonte de la pantalla del dispositivo. A veces, cuando menos te lo esperas, el cielo te pone en bandeja la alternativa y la envía directamente al Cayman. Pues nada, seguiremos a rajatabla el camino propuesto a través de la Selva Negra.

Situada en la región de Baden-Wurtemberg, esta apacible zona de vacaciones y balnearios se ha convertido en símbolo internacional de la belleza de los paisajes alemanes. Una belleza que ahora nos disponemos a explorar. El telón de fondo de Friburgo está formado por un puñado de montañas azuladas que ahora asoman entre la niebla. Allí, por algún lugar, se asciende a un reino salvaje y solitario repleto de tenebrosos secretos y conocido por su plácida hermosura, su pérfido aburrimiento y sus curvas, sus innumerables curvas. También de ellas se acuerda el niño de ocho años que llevo dentro, ese que en su infancia iba a campamentos de la Selva Negra y ahora lo único que quería es llegar a casa de una vez. Regreso al pasado, un déja vu. Espera, ¿dónde estábamos?, ¿adónde queríamos ir?

El mismo navegador que hace un momento nos ha resultado tan útil, ahora nos envía de vuelta a la llanura del Rin. Claro, pobre, nadie le ha contado que abajo está el infierno. De pronto recobro la memoria: nos dirigíamos al Reino de los Cielos, al feudo de los relojes de cuco y las cascadas, a Wolfach, Schiltach, Hausach, Freudenstadt, Baden-Baden… El mapa de la infancia parece tener algunas lagunas. Rebosa emociones, miedos, chapuzones al aire libre y polos de sabores, sí, pero no termina de ser suficiente para orientarnos.

Ponemos el mapa del PCM a una escala decente y nos dejamos guiar por el olfato del Cayman GTS. Primero a bulto hacia el este y luego, sucesivamente, rumbo al norte. Ese es el plan. Seguro que al final nos sale más o menos bien. De pronto también se ha desvanecido nuestra hambre de millas y la idea de adentrarnos en el mundo salvaje de la Selva Negra en un Cayman GTS y dar esquinazo a la anodina autopista nos llena de euforia. ¡Menuda aventura! Ya era hora de desafiar al deportivo con motor central con un reto de verdad. Como si fuera teledirigido, el morro aplastado del Cayman GTS se dirige a la nacional 124. Leo algo de Schauinsland, un nombre que me suena. Al entrar en las primeras curvas pasado el cruce hacia Horben, nos asaltan recuerdos de carreras y rugido de motores. Y es que, hasta bien entrados los años 80, la carretera de Schauinsland era el escenario de intensas jornadas, pues allí se disputaba una de las carreras de montaña más importantes de toda Alemania. El Cayman GTS está estrechamente vinculado a ella como su legendario antepasado, el Porsche 904 Carrera GTS, que también participó en las carreras de Schauinsland. Casi 50 años después, el Cayman GTS parece querer demostrarle al histórico coche, cuyo nombre comparte, que él también está hecho para las montañas.

Entre aullidos roncos, rampas y curvas el Cayman galopa montaña arriba por la serpenteante carretera. Tiene una aceleración explosiva en toda regla. Cogemos las curvas con pasión, frenando breves instantes antes de entrar en ellas. Ahora sí que pueden lucirse de lo lindo los frenos de cerámica opcionales. Y es que, gracias a su excepcional rendimiento y la extrema dureza de su punto de resistencia, la confianza alcanza cotas máximas y cada vez apuramos más los puntos de frenada en las curvas. Al volver a levantar el pie del freno, el Cayman GTS gira con fuerza y destreza, como si trazara la curva con un compás, y entonces, sin el menor atisbo de subviraje o sobreviraje, el deportivo cambia el rumbo y se adentra en el radio de la siguiente curva con una precisión extrema. Estamos ante un ejemplar magnífico del género de los deportivos de motor central. El Cayman normal ya muestra en este tipo de situaciones su mejor cara, pero es que el GTS, implacable, sube el listón un palmo más. Reacciona con una seguridad inexorable en situaciones límite. Como mucho, le superarán coches de carreras de pura raza. Hace medio siglo el 904 Carrera GTS se concibió para ser un coche de carreras con licencia para circular también fuera de los circuitos. Hoy, aquí, en su hábitat natural, se pone de manifiesto que el Cayman GTS hace la interpretación igual de estricta, pero al revés: es un vehículo de carretera con licencia para competir en carreras.

¡Ahí va! Al llegar al alto de Schauinsland nos damos cuenta de que la adrenalina nos ha arrastrado demasiado hacia el sur, así que obedecemos y cambiamos el rumbo. Pasadas un par de casitas, la carretera nacional se pierde por entre las laderas de las montañas, cada vez más apretadas. Un par de kilómetros más adelante, el Cayman ruge bajo el saliente del Salto del Ciervo y entonces vuelven a invadirme los recuerdos: un coche lleno de niños que escuchan embobados la leyenda de un ciervo perseguido por un cazador y admiran con respeto el monumento situado en lo alto de la roca desde la cual se supone saltó el animal al verse acorralado.

Un par de curvas más y salimos disparados del angosto valle. El Cayman GTS se dirige a la mágica B 500 que discurre hasta Baden-Baden por entre las colinas de la Selva Negra. ¡Bingo! A partir de ahora se acabó perderse. Para ir hacia el norte no tenemos más que seguir esta ruta. El GTS acelera con fuerza. Desde un punto de vista estrictamente técnico, sus 11 kW (15 CV) sólo suponen un par de décimas de segundo más que el Cayman S, pero la sensación es de ser un punto más dinámico y resolutivo que su hermano. También aquí se palpa la filosofía GTS de Porsche: buscar siempre el límite absoluto, el purismo. Sin concesión alguna cuando se trata de deportividad.

Aún al volante del Cayman GTS, nos vamos maravillando cada vez más con el carácter de tan sólido deportivo: hemos salido temprano por la mañana, al abrigo de la oscuridad, hemos dejado atrás el Mediterráneo y como un rayo, rápidos y seguros, hemos cruzado tres países europeos. De nuevo, esta fabulosa máquina logra despertarnos. Con una tímida alegría, insonora, nos sumimos en el ritmo de la aceleración y deceleración, de las rectas y las curvas. El motor central GTS danza esplendoroso por profundos y verdes valles, preciso, robusto, sin titubeos.

En el célebre mercado de Freudenstadt nos topamos con un Boxster que circula en la otra dirección, otra víctima del atasco o, quizás, un experto en las curvas. Enseguida reconocemos en él las señas de identidad de todo GTS: el característico morro con ese gran radiador central, así como los faros delanteros y traseros de fondo oscuro. Bajamos la ventanilla para saludar y, al hacerlo, nos invade el impulso de intercambiar los coches.

Recorremos juntos los últimos kilómetros de la carretera alta de la Selva Negra y estacionamos en cuanto podemos en un hueco a la derecha de la calzada. Tras un apretón de manos y un rápido gesto de asentimiento, nos ponemos de nuevo en marcha, sólo que esta vez podemos disfrutar en cinemascope de las típicas fachadas, las hordas de turistas y la somnolencia de los paisajes tras las montañas desde el volante del Boxster GTS. El robusto sonido del tubo de escape deportivo instalado de serie inunda las calles y nuestro pequeño convoy de GTS rueda impaciente hasta las afueras de la ciudad. Allí, nos vemos arropados por las copas del mar de abetos que se mecen sobre nosotros. No hay nada como una buena fragancia, una suave brisa y velocidad.

El Boxster GTS no tiene nada que envidiarle a su hermano cupé. Como un torbellino, recorre el oscuro túnel arbolado en una travesía que bien podría haber durado toda la eternidad. Sin embargo, como ya se sabe, todo lo bueno se acaba. Al encontrarnos con la señal azul que indica el desvío hacia la autopista antes de llegar a la ciudad balneario de Baden-Baden, paramos a un lado de la carretera. El amigo que baja del Cayman no pronuncia más que una frase: «Para ir a Stuttgart también se puede atajar por la Selva Negra…». Asentimos con la cabeza. ¡Pues claro!

Parece que nuestro viaje aún no ha llegado a su fin…

El resultado de sumar diseño interior y efecto exterior es un ansia de libertad aún mayor

Stefan Weckbach, responsable de los modelos Boxster y Cayman, comenta los entresijos de estos dos coches deportivos GTS con motor central.

Para algunos puede que no sea más que un fondo rojo que indica el nivel de revoluciones por minuto, pero para los conductores de Porsche que siguen engrosando día tras día la comunidad GTS y que, por primera vez, se encuentran con estas tres célebres letras en su deportivo de motor central, se trata de una señal manifiesta del mayor rendimiento y equipamiento que ponen sobre el asfalto estas versiones mejoradas. Y para Stefan Weckbach, el director de los modelos, esos detalles no son sólo las marcas visibles del valor interno, sino también una parte esencial en un conjunto equilibrado «específico del GTS». En el interior del Cayman GTS y el Boxster GTS, el diseño, el material y el acabado perpetúan lo que ya insinúa su parte delantera modificada. «Ofrecemos modelos con una alta carga emocional y eso debe reflejarse en todos los aspectos», confirma Weckbach. Más potencia en el motor, en el rendimiento y en el diseño, algo que ya se deja entrever en las letras bordadas en los reposacabezas y las costuras claramente acentuadas. Al pedir al experto que describa a sus dos retoños con una palabra, este no duda en elegir el término «activos». Luego, deja de lado la jerga GTS y añade: «¡Intrépidos!». En el Centro de Investigación y Desarrollo de Porsche de Weissach, el lugar en el que tanto el Boxster como el Cayman reciben su ración de ADN, se confirman ambas impresiones: actividad y riesgo… lo que se traduce en un gran atractivo.

La precisión en el juego de frenado y aceleración en las curvas confirma la filosofía de los padres del GTS de situarse siempre a la vanguardia. A estas estrellas de Porsche, las car­reteras sinuosas les vienen como anillo al dedo.

La generosidad en el rendimiento, siempre presente, se ve reflejada también en el Paquete Sport Chrono de serie, que ofrece un aumento de 10 Nm en el esfuerzo de torsión y, gracias a una optimización en la coordinación entre motores, también 11 kW (15 CV) adicionales en comparación con los modelos S. En la cumbre de los descapotables, este Boxster es el primero en alcanzar los 281 km/h. Con tal precisión pueden medirse todas y cada una de las características clave, sobre las que Stefan Weckbach se deshace en comentarios. En lo que respecta a los números, muy pocos le hacen sombra a este profesional de 37 años y padre de dos niñas pequeñas. Tras completar sus estudios universitarios en Empresariales, se doctoró en la Universidad de St. Gallen y comenzó a trabajar como asesor empresarial. A Porsche llegó en 2008 y asumió la dirección de la gerencia y la asistencia del Presidente de la misma en 2010. Finalmente, tomó las riendas del departamento de estrategia de producto para, en 2013, terminar asumiendo la dirección de los modelos Boxster y Cayman.

En el negocio de los coches deportivos se siente como pez en el agua. «La decisión de dotar a los modelos de más carácter fue totalmente consciente», afirma Stefan Weckbach. Los modelos GTS son, en su opinión, una declaración abierta de las pretensiones de Porsche: crear siempre el coche más deportivo de todo el sector automovilístico, sirviéndose de un generoso despliegue en cuanto a dinámica automovilística sin la más mínima reducción en el confort y con un equipamiento exclusivo. Para el responsable de esta serie, el atractivo de sus GTS descansa en su «suma de poderes». Placer al volante en estado puro.

Datos técnicos:

Cayman GTS (Modelo 981)

Motor: bóxer central de seis cilindros
Cilindrada: 3.436 cm³
Potencia: 250 kW (340 CV)
Par máximo: 380 Nm a 4.750–5.800 rpm
0–100 km/h: 4,9 (4,8*) s
Velocidad máxima: 285 (283*) km/h
Emisiones de CO2: 211 (190*) g/km
Consumo
urbano: 12,7 (11,4*) l/100 km
interurbano: 7,1 (6,3*) l/100 km
combinado: 9,0 (8,2*) l/100 km
Clase de eficiencia: G (F*)

* con doble embrague de Porsche (PDK)

Boxster GTS (Modelo 981)

Motor: bóxer central de seis cilindros
Cilindrada: 3.436 cm³
Potencia: 243 kW (330 CV)
Par máximo: 370 Nm a 4.500–5.800 rpm
0–100 km/h: 5,0 (4,9*) s
Velocidad máxima: 281 (279*) km/h
Emisiones de CO2: 211 (190*) g/km
Consumo
urbano: 12,7 (11,4*) l/100 km
interurbano: 7,1 (6,3*) l/100 km
combinado: 9,0 (8,2*) l/100 km
Clase de eficiencia: G (F*)

* con doble embrague de Porsche (PDK)

Texto Till Daun
Fotografía Victor Jon Goico