Porsche - El modelo

El modelo

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André Lotterer
Antes de que Lotterer nos presente su RS, con número de chasis incluido, nos encontramos con él en el mercado de Gordes, adonde llega en bicicleta.

El 911 Carrera RS 2.7 celebró en su día su estreno en París. Ahora, con motivo de su 50.º aniversario, encontramos un modelo muy especial en el sur de Francia: el número de chasis 0027. Su dueño es el piloto de Porsche André Lotterer.

Se abre el portón, vemos a André Lotterer y el 911 Carrera RS 2.7 nos ilumina con un brillo color naranja sanguina como el sol. Tras parpadear varias veces, se muestra también vagamente todo el panorama de este sueño provenzal donde el piloto tiene su casa vacacional. Ramos de lavanda, cipreses, olivos... y, al final de la carretera de acceso, un edificio que parece estar al margen del tiempo. Bienvenidos a los lindes de Gordes, el pueblo que se yergue arriba en la pendiente y que nos relata ya a lo lejos sus mil años de historia. Bienvenidos a la casa de André Lotterer, piloto de Porsche y dueño de un RS 2.7 muy especial.

«Christophorus» o San Cristóbal, patrón de los viajeros, nos fue propicio también en este encuentro. En efecto, la búsqueda de uno de estos raros 911 no solo nos llevó a la región Provenza-Alpes-Costa Azul en el sur de Francia, donde Lotterer ha encontrado un oasis de calma lejos de los circuitos, sino también a un modelo RS con un número de chasis muy especial: el 0027.

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Clásico
El 911 Carrera RS 2.7 en Gordes ofrece una estampa de otro tiempo.

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Exposición
En Le Mans, Lotterer ha conseguido tres victorias, además de un segundo y un tercer puesto.

La vida de un piloto

El anfitrión nos espera junto al portón del garaje con una gran sonrisa. Acompañados por el incesante canto de los grillos y dos alegres perros labradores, paseamos por el amplio terreno para que, poco después, Lotterer nos sirva un capuchino con leche de almendra y nos permita admirar los numerosos objetos de su carrera automovilística que tiene expuestos en la casa el piloto de 40 años: cascos en estanterías, fotografías de muchos circuitos del mundo y brillantes copas doradas de Le Mans. En 2011, 2012 y 2014 se hizo con la victoria en el legendario circuito de resistencia, en su momento todavía en el Audi Sport Team Joest.

Lotterer se deja caer en el sofá de cuero. Ayer mismo estuvo en el Goodwood Festival of Speed, donde se anunció su llegada al equipo LMDh de Porsche Penske Motorsport: la próxima temporada conducirá el nuevo Porsche 963 en los circuitos, entre otros en Le Mans. Una nueva etapa para este polifacético piloto del que puede decirse que lleva el automovilismo en el ADN: campeón del mundo de karts con 13 años, conductor de Fórmula 3, piloto de pruebas de Fórmula 1, piloto de Fórmula Nippon, campeón del WEC... y, desde 2017, piloto de Porsche en la Fórmula E. «Me gusta la variedad», afirma el alemán de nacimiento, que creció en Bélgica y domina cinco idiomas. «Ayer conduje coches clásicos en Goodwood y mañana manejo un bólido eléctrico en Marrakech». Parece que hubiera cumplido ya todos sus sueños automovilísticos. «No del todo», sonríe Lotterer. «Aún me falta ganar en Le Mans con Porsche».

«Ir en el RS 2.7 es como viajar en el tiempo.»

André Lotterer

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Ligereza
Junto con su novia, Anna Porzuczek, Lotterer disfruta de la vida provenzal... y de su RS.

Sin embargo, a título personal le da preferencia a los sueños de la infancia. «Un 911 clásico es como un viaje en el tiempo», afirma mientras su mirada se empieza a iluminar. En efecto, entre Goodwood y Marrakech hoy tiene otra cita automovilística en su agenda. El RS 2.7 ya espera.

Poco después, nos encontramos de nuevo a 35 °C en un campo de lavanda de unas dos hectáreas y admiramos el raro ejemplar de RS. Lotterer vio por primera vez el coche con número de chasis especial en 2012 en una subasta dentro de Le Mans Classic. Aquel día no apareció ningún comprador y el coche volvió a su dueño sin subastarse, así que Lotterer decidió pujar más tarde. «En Le Mans aún me pudo la timidez», relata. «Pero ya no podía dejar de pensar en aquel coche». A través de un amigo distribuidor que conocía al propietario tuvo una segunda oportunidad. «De aquella, el RS estaba pintado en verde y tenía llantas amarillas», recuerda. «Anteriormente el coche había tenido un dueño suizo que lo había adaptado para carreras de montaña». Lotterer había investigado a fondo, ya que el 911 debía ser idéntico al que se fabricó con el número de chasis 0027 precisamente un 27 de octubre de 1972.

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Toda una leyenda
El 911 Carrera RS 2.7 fue primero un incomprendido, pero más tarde se hizo un ídolo. Fue el primer coche de serie del mundo con alerón frontal y trasero. Ahora se le une su último descendiente: el nuevo 911 GT3 RS.

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El 911 Carrera RS 2.7
Un coche pensado para el automovilismo pero con homologación para carretera.

El nacimiento del icono

Ya han pasado 50 años. En aquel momento, el gerente técnico de Porsche, Ferdinand Piëch, se sacó un as muy especial de la manga: el desarrollo de un 911 especial con el sobrenombre «Carrera». Un coche pensado para el automovilismo pero con homologación para carretera. Debían fabricarse al menos 500 ejemplares, puesto que ese era justo el número de unidades necesarias para homologar el coche en el Grupo 4, los vehículos GT especiales. Había muchas dudas de que alguien quisiera gastarse el dinero en aquel 911 con un equipamiento así. También era controvertido el diseño con el hoy emblemático alerón trasero —la «cola de pato»— debido a que interrumpía la inmaculada parte trasera fluida del 911. No obstante, el rendimiento era magnífico.

En el número 119 se escribía en Christophorus: «¡Menuda bestia de la velocidad! De 0 a 100 en 5,8. 2,7 litros con 210 CV, pero ideal para la carretera. Gran anchura. Y con finura aerodinámica: un alerón trasero que aporta por sí solo 5 km/h de velocidad punta». El peso del coche de construcción ligera era de solo 960 kilogramos. En la versión homologada, el 911 solo podía pesar un máximo de 900 kilogramos. Así, el primer coche de serie del mundo con alerón frontal y trasero se presentó el 5 de octubre de 1972 en el Salón del Automóvil de París. La moda se desató y en tiempo récord se vendieron todos los ejemplares. Por tanto, se fabricaron otros 500 RS 2.7, pero no dejaban de llegar fieles clientes que expresaban su descontento por no poder tener en su garaje uno de aquellos codiciados coches. Fue un éxito que nadie había esperado: hasta el final del año de fabricación 1973 se crearon 1580 ejemplares del 911 con la «cola de pato». Divididos en cuatro variantes ya que, además de los 17 vehículos básicos, Porsche fabricó también una variante especialmente deportiva de la que se hicieron 200 unidades. De la versión de carreras RSR 2.8 se produjeron 55 ejemplares, y por el paquete Touring algo más confortable optaron 1308 clientes.

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De época
La fisonomía de Gordes prácticamente no ha cambiado desde el siglo XI. Rodeado de patios históricos y campos de lavanda en el valle, este pueblo de la Provenza en el sur de Francia se yergue sobre un saliente rocoso del macizo de los Monts de Vaucluse.

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Fuente de energía
Lotterer tiene su residencia principal en Mónaco. La vida rural en la Provenza le da fuerzas renovadas para los retos en el circuito.

En el RS por la Provenza

André Lotterer conduce ahora uno de esos Touring RS colina arriba hacia Gordes. Desde el siglo XI, el pueblo está marcado por la imagen del imponente Château de Gordes, una fortaleza que domina sobre los tejados de los edificios no menos antiguos. En el mercado se ofrecen especialidades regionales, como queso, pralinés y bolsas con flores secas de lavanda. Aquí, ante esta imagen por antonomasia de la Provenza, estamos rodeados de historia, vamos en el legendario RS y nos sentimos como en otra época.

«La restauración duró nueve años», relata Lotterer mientras los transeúntes se giran para admirar el llamativo objeto naranja. «Pero el estado original es imprescindible para mí». Es decir, había que incorporar un volante original y también asientos clásicos. Se quitó la pintura verde, se metió la carrocería en un baño catódico y se envió el motor a un especialista a Bélgica. Y hubo que cambiar el alerón trasero. «Tenía uno, pero era una imitación», sentencia Lotterer. «Naturalmente, eso no puede ser». Ahora vuelve a lucir en la parte trasera una «cola de pato» original. Y el RS se encuentra de nuevo en su estado inicial, naturalmente con su color naranja sanguina primigenio. ¿Realmente del todo? «Bueno, no del todo», reconoce el piloto con una sonrisa pícara. «Quería un poco más de sonido». Lotterer acelera saliendo de la ciudad que, con la caída del sol, exhibe su faceta más pintoresca. «¿No escuchas el escape deportivo?»

Texto Matthias Kriegel
Fotografía Frank Kayser